Pensando en patentes
Hoy he leido en varios sitios que, según el nuevo artículo 274.3 del código penal se considera delito contra la propiedad industrial la siembra de variedades vegetales protegidas, con fines agrarios o comerciales. De echo en Barrapunto hablan de que ya ha habido un procesado en Navarra.
El caso es que el agricultor compró una partida de semillas de variedades sobre las que pesa patente. Esas semillas fueron plantadas, cultivadas y recogidas. La cuestión es que los titulares de las patentes prohiben la multiplicación de las semillas. Puedes plantarlas y vender el producto para consumo, no así para su uso para posteriores generaciones. Así que llegamos a la situación de que lo que se ha estado haciendo desde el principio de la agricultura (utilizar parte de la cosecha de un año para la siembra del año siguiente) es delito.
Intento entenderlo, pero es que no puedo. Entiendo que la patente pretenda ser un incentivo a la inversión en investigación y desarrollo, pero no puedo asumir como bueno que, por el hecho de haber registrado un producto, se llegue al extremo de anular uno de los pilares básicos de la agricultura, la multiplicación de semillas.
Por que además, personalmente, este caso me parece anecdótico, no es lo más grave que hay. Generalmente se producen semillas que dan lugar a plantas asexuales que te impiden, no ya legalmente sino biológicamente, esta multiplicación de semillas; y que te vinculan forzosamente a las corporaciones, a las que cada año les tendrás que volver a comprar un producto que, realmente, no necesitas.
Posiblemente las patentes sean un incentivo para las empresas, pero no a este precio, no al precio de que la carrera contra el SIDA sea en solitario, a que los científicos no compartan conocimientos, frenando el avance, y que el primero que llegue consigua un cheque en blanco para hipotecar a una población Africana, que se muere, por no poder pagar el precio de las medicinas.
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